Para responder esto, creo que lo primero que se debe tener en cuenta, son las definiciones de los términos sobre la cual se presentaran los argumentos; entonces, me preocupare en primer lugar en definir mis apreciaciones sobre ¿qué es un signo y que es correspondencia?. Teniendo en claro esto, la respuesta debe darse desde la perspectiva de la experiencia en la vida cotidiana.
Signo, es un símbolo que me permite la representación de las cosas en el mundo; esto me hace pensar cuando Jean-François Champollion descubrió lo que representaban los signos escritos en las pirámides; en este caso, los símbolos se adecuaban a los sonidos de las cosas las cuales eran representadas.
El Signo entonces comunica, y transmite información; esta información son etiquetas, o nombres que percibimos del mundo; reunimos signos y los clasificamos en sistemas de comunicación, el signo entonces es invariable mantiene una esencia, más lo que este representa puede variar en cuanto se tenga la necesidad de asignar esa etiqueta.
Correspondencia, se dice que es cuando se tiene una relación tácita de elementos contrastado con otros. Esto me hace pensar en cosas como: si tengo tres vacas pastando junto al río, y tengo tres vacas dibujadas en una roca, aquí hay una relación entre los elementos fácticos, y los elementos representados en la piedra; en una correspondencia no necesariamente se podría hacer una sustitución, en otras palabras, si voy a usar mis vacas para arar la tierra, no puedo hacerlo con la representación en la piedra, sino con el objeto en el mundo; ya que las correspondencias se dan también en uno de los elementos de todos los que le componen, y estos a su vez se contrastan con el mundo; es decir, una correspondencia no es una magnitud simétrica de dos elementos.
Partiendo de las referencias anteriores, el mundo está lleno de cosas a las cuales necesitamos darles un símbolo, con el fin de poder entender, comunicar, cuantificar, diferenciar, dar orden y sentido a algunas de las actividades básicas de la existencia humana; si lo vemos desde el mundo práctico de una persona promedio, así funciona la vida cotidiana, estamos comunicando nuestras ideas mediante símbolos, que pueden corresponder o no a la realidad y además a nuestros deseos o necesidades.
Pero, es aquí donde entra la curiosidad o la idea de un ser humano que no se conforma con la representación cotidiana de los símbolos; existen individuos a los cuales la relación de correspondencia no posee suficiente valor, como para aceptar y asimilar en su lenguaje cotidiano, para resolver sus actividades en el mundo.
Los signos mantienen una esencia, una representación invariable en el mundo, pero la correspondencia varia en una adecuación que relaciona elementos; sin embargo, mantienen una representación fáctica similar.
Yo pensaría, que una relación de correspondencia es una relación de supervivencia, en cuanto el símbolo más adecuado para el desarrollo de mis actividades humanas, se da mediante un conocimiento del mundo, que se adecua en un tiempo y un espacio, entonces esto me permite entender el entorno y me facilita las actividades cotidianas.
Así, podemos pensar que cuando decimos que un signo corresponde con el mundo, estamos hablando sobre la búsqueda por entender el entorno; una búsqueda por entender las mutaciones de las personas y las cosas que nos rodean, con las cuales coexistimos. En la búsqueda de una correspondencia que va mutando, los signos se re-aprenden, en base al conocimiento del mundo o la naturaleza y buscan una correspondencia que se adecue a lo factual.
Me centro en la correspondencia, como una herramienta para entender el mundo, dejando la puerta abierta a todos los saberes que quieren intervenir en la resignificación del mundo. No quiero definir una relación de adecuación, ya que eso se lo dejo a la ética y la ciencia, pues estos dos deben estar prima al determinar un valor imperativo.
Referencias
Bunge, M. (2001). Diccionario de filosofía. Siglo XXI.
